«LO
que me da el mar se lo dedico a la tierra. Porque lo que me da la
tierra es casi siempre para el mar». Con esta metáfora resume Eugenio de
la Torre (Moral de Calatrava, Ciudad Real, 1955) su manera de
relacionarse con el arte y afrontar la tarea de crear piezas,
principalmente esculturas, a partir de materiales, aparentemente tan
poco útiles, como las raíces de árboles, los remos, las redes o las
cuerdas que pueden aparecer en la orilla del mar tras un temporal. Este
auténtico artista del rebalaje se considera un autodidacta, porque como
él dice: «Que yo recuerde, me dedico a esto desde siempre».
Según
De la Torre, «el arte tiene espíritus perdidos que debemos buscar».
Bajo esta filosofía se desarrolla el mundo creativo de este artista, que
confiesa que en su vida ha comprado un lienzo. «Recurro a materiales de
reciclado, como telas de sacos, cuando deseo plasmar mis ideas sobre
una superficie plana», detalla De la Torre. «El último lienzo que pinté
fue en 1971 y creo que fue uno que me encontré por ahí», explica este
autodidacta del arte, que en las tres últimas décadas de su vida ha
confeccionado alrededor de medio millar de piezas, sobre todo
esculturas.
Vida junto al mar
Entre
sus materiales preferidos están los trozos de metales, las piedras, las
cuerdas y maderas. «Los trabajo y los moldeo durante horas en mi
taller, pero al final, los materiales siguen ahí, con su esencia
original», apunta De la Torre. Y es que su piezas, aunque salidas del
mar pueden convertirse en auténticos animales de tierra, como es el caso
de 'Rinoceronte'. A base de maderas de pino, limón, haya y roble, la
pieza representa una cabeza de este gigante de la sabana.
Entre
los motivos de inspiración en las obras de Eugenio de la Torre, está,
como no podía de ser de otra forma, los aspectos marinos: esculturas de
barcos, con o sin velas, murales, acuarelas y grabados. Pese a haber
nacido en tierras de Castilla, su vida siempre ha estado ligada al mar.
No en vano, lleva viviendo en una finca de Almayate, en Vélez-Málaga,
desde hace tres décadas. Es allí, cerca del mar, donde mejor encuentra
la inspiración. La Manganeta es el nombre de un taller-vivienda en el
que De la Torre despliega todo su arte.
A menudo, cruza hasta la
playa, junto a la desembocadura del río Vélez, un espacio en el que
encuentra materiales para su trabajo. «Ahora le tengo echado el ojo a
una vieja raíz de olivo. A veces tengo que pedir ayuda a un camión-pluma
para poder trasladar las piezas hasta mi casa», señala este escultor,
que en otras etapas de su vida vivió en Toledo y Madrid.
En la
capital de España tiene expuestos varios murales y esculturas en centros
comerciales y reproducidos en fachadas. Obras suyas hay también en
varias rotondas de Benalmádena. Una de las más espectaculares se sitúa
en la subida a Benalmádena pueblo, y reproduce un barco, con sus redes y
sus velas.
Muestra en Torremolinos
«Esculturas,
murales, estructuras para marquesinas y todo aquello que roza el arte
me llama y yo voy», apunta De la Torre, que considera que un artista
«nunca llega». «Cuando creo que estoy llegando, descubro que falta mucho
por aprender. Y cuando aprendo algo nuevo aún me falta más. Esto nunca
se acaba», afirma.
Aunque no sea un punto de llegada, ahora, el
Centro Cultural Pablo Ruiz Picasso acoge una retrospectiva de las obras
que Eugenio de la Torre ha confeccionado en las tres últimas décadas.
Una muestra en la que se han reunido medio centenar de piezas,
principalmente esculturas, aunque también hay acuarelas, murales y
algunos grabados.